La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica, desmielinizante e
inflamatoria del sistema nervioso central, que afecta principalmente a
adultos jóvenes. Se caracteriza por procesos de inflamación,
desmielinización y destrucción axonal, que confieren a esta enfermedad
una gran variabilidad en los aspectos patogénicos y de respuesta al
tratamiento. Por ello es muy difícil establecer el pronóstico de estos
pacientes, así como la eficacia de los diferentes fármacos.
Una reciente revisión ha actualizado la información acerca de los biomarcadores actualmente
validados y utilizados en la esclerosis múltiple, así como de los posibles candidatos de utilización en la práctica clínica habitual. A pesar de que el desarrollo de nuevos biomarcadores ha
experimentado un gran avance en los últimos años, especialmente al
inicio de la enfermedad, resulta prioritario avanzar en el
conocimiento de nuevos marcadores de la enfermedad, no sólo en la fase
más avanzada, con el objetivo de prevenir la progresión de la
discapacidad y establecer nuevas pautas terapéuticas en estos pacientes.
La resonancia magnética se ha erigido
como la técnica paraclínica más importante en el diagnóstico de la esclerosis múltiple, y se obtienen datos muy interesantes de los resultados de los estudios
realizados con tomografía de coherencia óptica, ya que se presenta como un potencial biomarcador
de neurodegeneración, que se correlaciona con variables clínicas de
discapacidad y con parámetros de daño axonal difuso. También el estudio
del líquido cefalorraquídeo es de gran utilidad para la detección de biomarcadores
(neurofilamentos, bandas oligoclonales) que marquen el curso de la enfermedad, ya que es un fluido muy cercano a
la patología del sistema nervioso central.
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