Un estudio ha desvelado que el estado psicológico modifica el sabor de los alimentos que se ingieren y provocan que la comida sepa más o menos amarga, dulce o ácida. Frente a la estabilidad que se presupone a las preferencias alimentarias adquiridas, las respuestas afectivas y el valor de recompensa de alimentos como el café, el chocolate o la cerveza parecen sufrir variaciones en función del nivel de estrés, de la sensación de hambre o de la preocupación por el peso.
En la investigación participaron 59 adultos sanos, con una edad media de 24,8 ± 6,3 años y un índice de masa corporal medio de 22,0 ± 2,8, a los cuales se dividió en dos grupos, según consumieran o no productos amargos habitualmente. Todos tuvieron que saborear muestras de alimentos amargos bajo diferentes estados motivacionales inducidos por los investigadores mediante imágenes. Además, se emplearon índices afectivos derivados del análisis de expresiones faciales e indicadores del deseo de consumir a partir de respuestas de aproximación/evitación.
En aquellas personas que consumían habitualmente alimentos amargos, el estrés reducía la aversión al sabor amargo del café, mientras que el chocolate producía un mayor rechazo tras incrementar la preocupación por el peso corporal.
Dado que la modulación del valor de recompensa del sabor de los alimentos por estados motivacionales es una vía importante en la regulación de la conducta alimentaria, la investigación supone un paso más en la comprensión de los mecanismos implicados en la selección de productos amargos.
Palabras claveEstados motivacionalessabor CategoriasNeuropsicología